Teniendo apenas 13 años de edad, Lucía (a quien se le cambió el nombre para proteger su identidad) migró junto con su madre y hermana a México, huyendo de la violencia de su país, El Salvador, y de la violencia de su padrastro que ejercía en contra de ellas, con la esperanza de iniciar una vida nueva.
A su madre se le concedió el asilo solicitado, no así a sus hijas.