Ante el cobro de cuotas en el estado de Veracruz, los migrantes evitan cada vez más subir a La Bestia para llegar a la frontera norte. “No es que haya menos migración, sino que se están yendo por otras rutas, e incluso se van caminando”, explica una miembro del grupo de ayuda humanitaria ‘Las Patronas’.
Fuente: Animal Político. 13 de diciembre de 2013. Manu Ureste (@ManuVpC)
“Me tiraron del tren y a mi mujer la secuestraron”.
Tras ajustarse varias veces la gorra, Nelson da vueltas en círculo sin sentido y cruza los brazos. Se retoca otra vez la visera de la gorra, observa desconfiado a un grupo de personas que se acercan caminando lentamente por la vía del tren, y se sienta sobre el riel dándole el perfil derecho a la cámara para no mostrar su rostro completo por temor a que lo reconozcan y empeorar su situación.
“En Veracruz los pandilleros están pidiendo 100 dólares de cuota por persona… y si no los pagas, te tiran del tren –explica con un hilo de voz casi imperceptible al oído-. Pero ni mi mujer ni yo sabíamos que en Tierra Blanca y Veracruz era tan peligroso para los migrantes. Nosotros sólo nos subimos al tren buscando tener en Estados Unidos una vida normal”.
El viaje que los llevaría a esa vida, narra el hondureño de 32 años, transcurrió desde Tenosique hasta Tierra Blanca, en Veracruz, alternando el ferrocarril con jornadas de largos recorridos a pie. En esta calurosa ciudad veracruzana considerada, junto a Coatzacoalcos, Medias Aguas y Orizaba, como uno de los focos rojos de la ruta del migrante debido a la gran cantidad de secuestros de indocumentados que se producen, pernoctaron una noche en el albergue y de ahí subieron de nuevo al ferrocarril al que los migrantes llaman La Bestia para continuar su camino hacia la frontera norte con los Estados Unidos.
Sin embargo, el recorrido se interrumpió violentamente a escasos kilómetros de Córdoba, entre los municipios de Tezonapa y Cosolapa, en la zona cañera de la región.
Al llegar a ese punto del recorrido, a Nelson se le quiebra la voz.
“En Coatzacoalcos trabajé unos días y me gané unos 400 pesos, pero ya no me quedaba nada de dinero. Entonces, en el tren nos salieron unos pandilleros y nos pidieron a cada uno 100 dólares para continuar con el viaje. En ese momento me quedé como hipnotizado –recuerda con la mirada clavada en las piedras que salpican el suelo-. Ahora pienso que debí decirle a mi mujer que nos tiráramos del tren, sin embargo no podía hablar, no reaccionaba. Me quedé esperando a que ellos tuvieran compasión”.
Foto: Manu Ureste. Graffiti que anuncia el comedor de Las Patronas, en Amatlán, Veracruz.
Tras recuperar el aliento, Nelson admite que su gran error fue el desconocimiento de lo que enfrentaban él y su pareja.
No sabía que desde el inicio del 2013 los grupos del crimen organizado que controlan la ruta ferroviaria que inicia en Tabasco y Chiapas, con rumbo al norte del país, emplean una nueva estrategia para extorsionar a los miles de centroamericanos que, como él y su esposa, ingresan de manera ilegal a México: el cobro del pasaje en el tren, con tarifas que van incluso de los 300 dólares por llegar a Coatzacoalcos y 850 dólares hasta Estados Unidos.
“Yo no sabía nada de eso, pero pensé que, al ver que no traíamos dinero, no nos harían nada –insiste sin levantar la mirada-. Pero me aventaron del tren y a mi mujer se la llevaron. Hasta la fecha no sé nada de ella. Nada. No me han llamado para un rescate… ni sé dónde está ahorita -menea la cabeza-. Sólo me queda pedirle a Dios que me la cuide y decirle a estas personas que tengan compasión y que no le hagan daño”.
“Para pasar por Veracruz arriba del tren hay que soltar una feria, eso es así”, confirma tras ser cuestionado al respecto Alfredo Antonio López, otro migrante de El Salvador que lleva un par de días en el comedor de Las Patronas, en Amatlán, Veracruz, quien agrega que “tanto en el viaje de ida como en el de vuelta” arriba de La Bestia, “las pandillas de centroamericanos” están provocando estragos con el cobro de “cuotas”, robos, y secuestros de connacionales sin documentos.
“Entre migrantes nos decimos que si pasas de Tierra Blanca, ya la hiciste. Ya nos sentimos más tranquilos, respiramos aliviados, porque ahí está muy peligroso, tanto si subes hacia Estados Unidos, como si bajas de allá para tu país”, señala.
Por su parte, Samantha Martínez, voluntaria jesuita que participa en las labores humanitarias de Las Patronas, indica en este sentido que, de acuerdo con los testimonios de los migrantes que atienden a diario, las zonas donde se reportan mayor número de incidentes en el estado de Veracruz en forma de “robos, secuestros, y cobros de cuota o de piso” son “Medias Aguas, Acayucan, Tierra Blanca y Coatzacoalcos”.
Mientras que doña Bernarda Romero Vázquez, integrante del grupo de ayuda humanitaria Las Patronas, revela que el cobro de 100 dólares para poder continuar con el viaje, especialmente en el corredor Tierra Blanca-Orizaba, está provocando que descienda el número de migrantes que se sube a La Bestia, aunque esto no implique que el flujo migratorio se haya reducido.
Foto: Manu Ureste. Según el Movimiento Migrante Mesoamericano, unos 70 mil indocumentados desaparecieron durante el sexenio de Felipe Calderón.
“Ya vienen menos en el tren, pero no porque haya menos migración, si no que se están yendo por otras rutas, e incluso los que no pueden pagarse un pasaje se van caminando para evitar subir al ferrocarril y que los extorsionen”, incide la activista.
Ante esta situación de inseguridad, tanto Nelson como Alfredo comentan que no subirán a La Bestia para pasar por Tierra Blanca en su camino de regreso a Honduras y El Salvador, respectivamente. Sino que harán el camino junto a la Caravana de Madres Centroamericanas que está por llegar a La Patrona.
“Primero voy a regresar a Honduras aprovechando el paso de la caravana para atravesar Tierra Blanca, porque es más seguro. Y luego regreso a México a buscar a mi mujer, iré desde el DF hacia el norte”, afirma Nelson.
“Sé que va a ser muy complicado, pero lo voy a intentar -concluye o esbozando por primera vez algo parecido a una sonrisa en su rostro-. Tengo fe en que lo voy a lograr”.