Artículo publicado el 5 de mayo en Prensa latina
México, 5 may (PL) Los índices de violencia en México rebasaron las capacidades forenses de las autoridades, afirman hoy especialistas.
La propia violencia, la carencia de recursos humanos y materiales, la falta de coordinación institucional y de voluntad política en muchos casos, da por resultado que miles de cuerpos sean enterrados o cremados sin identificar ni determinar la causa de muerte, asegura La Jornada.
De acuerdo con especialistas y académicos consultados por el diario, en la mayoría de los casos no se siguen los protocolos básicos para el manejo e identificación de cuerpos, lo cual obliga a los familiares de víctimas de asesinato o desaparición a buscar ellos mismos a sus seres queridos o a peregrinar en varias morgues ante la falta de datos científicos.
Una de las causas que han llevado al colapso del sistema forense del país es la cantidad de delitos que se cometen, indicó Ana Lorena Delgadillo, directora ejecutiva de la Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho.
No tenemos en México los recursos humanos y materiales y la institucionalidad para hacer frente a la cantidad de homicidios y desapariciones que ocurren, aseguró.
En la Procuraduría General de la República (PGR) hay alrededor de seis antropólogos forenses para todo el país, y eso ya te da una pauta de la voluntad política que hay sobre el tema y el financiamiento que recibe, indicó.
Alejandro Vélez, investigador independiente y editor del portal de Internet Nuestra aparente rendición, coincidió en que las capacidades forenses de México están sobrepasadas, porque su dimensión está pensada para un país que no está en guerra, pero no para el nivel de delitos que se cometen, como homicidios y desapariciones forzadas.
Ante la falta de una carrera profesional en ciencias forenses -la cual fue creada de manera muy reciente por la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia-, los puestos de peritos son cubiertos por médicos, antropólogos físicos o criminalistas que toman algún curso y se van entrenando en las procuradurías, indicó Vélez.
En ese mismo sentido, Delgadillo advirtió que no todos los peritos tienen las mismas capacidades de formación ni obedecen los mismos protocolos para hacer autopsias, levantar evidencias y garantizar la cadena de custodia de las mismas.
Cada quien lo hace como puede, como lo aprendió en la escuela. No hay un solo método para todo el país, y los protocolos internacionales, como el de Estambul, para identificar a quienes fueron víctimas de tortura, o el de Minnesota, para analizar ejecuciones extrajudiciales, no se siguen de manera rigurosa.