Cobijadas por Amnistía Internacional, la Red Todos los Derechos para Todos, el Movimiento Migrante Mesoamericano y la Universidad del Claustro de Sor Juana, la caravana de madres centroamericanas conmemoró en el Distrito Federal el Día Internacional de los Derechos Humanos.
Fuente: Animal Político / 11 de diciembre de 2013. París Martínez (@paris_martinez)
Cobijadas por Amnistía Internacional, la Red Todos los Derechos para Todos, el Movimiento Migrante Mesoamericano y la Universidad del Claustro de Sor Juana, la caravana de madres centroamericanas que el pasado 2 de diciembre se internó a México, por noveno año consecutivo, en busca de sus hijas e hijos desaparecidos, conmemoró ayer, 10 de diciembre, en el Distrito Federal el Día Internacional de los Derechos Humanos, con la certeza, lamentó Rosa Nelly Santos, “de que para nosotras éste sería, más bien, el día de los izquierdos humanos”, debido a que ellas, como antes sus hijos, han debido salir de sus países de origen para enfrentarse luego “a todo el condominio del ‘crimen autorizado’ (existente) en México”.
Por esa razón, en nombre de las 45 mujeres que integran la caravana –provenientes de Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua–, Rosa Nelly lanzó un mensaje de concientización, pero también un reclamo, al pueblo de México: “Nuestros hijos no vinieron aquí a delinquir, no vinieron a robarse un pedazo de su tierra, no vinieron a robar riquezas, sino que, antes bien, les sirven de mulas, porque trabajan a la par de ustedes”.
Luego de ser recibidas entre aplausos y vítores por la comunidad académica de la Universidad del Claustro de Sor Juana, convocada a celebrar el Día Internacional de los Derechos Humanos con distintos actos culturales, la vocera de las madres centroamericanas lamentó que “éste ya no es el país bonito, el México lindo, sino más bien, ahora es un terreno dinamitado en el que nosotras sentimos que en cualquier momento nos vamos a hundir, y son nuestros hijos los que están abajo“.
Rosa Nelly, de Honduras, quien en 2010 encontró a su hijo en Tijuana, tras 17 años de búsqueda, insistió en que gracias al trabajo de las organizaciones civiles, tanto mexicanas como de Centroamérica, ha sido posible localizar con vida a varios de los desaparecidos –este año, se han dado cinco reencuentros familiares en el marco de la caravana–, por lo cual reclamó a las autoridades mexicanas el que sólo han mostrado disposición para rastrear muertos.
“Nosotras sabemos que con PGR, con el gobierno, podemos firmar muchos convenios de búsqueda, pero son búsquedas de muertos –protestó–, pero nosotros no queremos muertos, queremos a los nuestros y los queremos vivos (…) Sabemos que nuestra causa es justa, queremos saber la verdad, queremos saber qué pasó con los nuestros, y queremos que se haga justicia, porque esto ya no es un asunto de crimen organizado, sino de crimen autorizado“.
Aumenta violencia
De mayo a la fecha, la violencia en la ruta que siguen los migrantes a su paso por México “ha registrado un importante repunte”, denunció Fray Tomás González, encargado del albergue humanitario La 72, de Tenosique, Tabasco, y quien acompaña a la caravana de madres desde que inició su recorrido.
“La situación está muy complicada. Este año, desde que llegó Peña Nieto a Los Pinos, la cosa para los migrantes se ha puesto muy mal: se han dado ataques en Cosoleacaque, en Medias Aguas, en Tenosique, en Acayucan. Además, el acoso contra los defensores también se fortaleció: uno de los principales colaboradores del albergue La 72, por ejemplo, nuestro compañero Rubén Figueroa, este año debió salir de Tabasco y ahorita está refugiado en Estados Unidos, por tantas amenazas de muerte”.
Pero los ataques más graves, denunció Fray Tomás, quien este año fue galardonado con el Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos, “ahora vienen desde la Iglesia misma, porque con la llegada de Peña Nieto se negoció un cambio de orientación en el trabajo que veníamos realizando en la Pastoral de la Movilidad Humana(el área de la iglesia católica encargada de la atención de los migrantes), y todo lo construido en seis años de esfuerzo, ha sido derrumbado por el nuevo titular de la pastoral, el obispo de Cuautitlán, Guillermo Ortiz Modragón, quien está intentando hacer a quienes luchamos no por brindar ayuda asistencial a lo migrantes, sino por la defensa de sus derechos humanos: el padre Alejandro Solalinde, de Oaxaca; al padre Pedro Pantoja, de Coahuila; al padre Prisciliano Peraza, de Sonora; al padre Heyman Vázquez, de Chiapas; y a mí, entre otros.”
Y el más claro ejemplo de esta actitud, lamentó, se dio hace dos días en Huehuetoca, en donde “se negaron a que la caravana de madres entrara al albergue que la iglesia opera ahí, nosotros queríamos entrar porque existía la posibilidad de que ahí estuviera el hijo de una de las madres que viene en la caravana, pero, sin darnos ningún argumento, nos cerraron la puerta, y sólo logramos entrar luego de quejarnos de esta situación ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México… así, ahora hay que lidiar no sólo con delincuentes y funcionarios corruptos, también con este grupo de la iglesia”.