“México es un ladrón de sueños y un asesino de ilusiones”. Así lo dice Licy de Guatemala quien busca a su esposo desaparecido desde 2011 en México. Junto con diez familiares de El Salvador, Honduras y México viajaron desde sus tierras, se reunieron y prepararon sus encuentros con los comisionados de la CIDH para, en menos de dos minutos, expresarles de viva voz, lo que les ha partido la vida en un antes y un después.
La visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en México es un evento de suma importancia para la protección de los derechos humanos. La mirada internacional sobre el grave contexto de violencia estructural en el país, es un logro para ejercer presión sobre el Estado mexicano. La última vez que la CIDH hizo una vista a México in loco (en el lugar) fue en 1996.
Del 28 de septiembre hasta el 2 de octubre de 2015, los comisionados escucharon de viva voz, testimonios de distintos grupos que han sido gravemente afectados por la violencia, como las personas migrantes y sus familias de Centroamérica y México.
La visita estuvo encabezada por la Presidenta de la CIDH, Rose-Marie Belle Antoine, y los altos mandatarios de la Comisión Interamericana. Como el Primer Vicepresidente, James Cavallaro, las Comisionadas Tracy Robinson y Rosa María Ortiz; el Secretario Ejecutivo, Emilio Alvarez Icaza Longoria, entre otros.
Los comisionados visitaron los “focos rojos” del país, para recoger la mayor cantidad de datos y de testimonios que ayudaron a ampliar su panorama sobre lo que se vive día a día en México. Más allá de cualquier cifra gubernamental o institucional. Es por eso que el segundo lugar que visitaron después de la Ciudad de México, fue Guerrero, luego Veracruz (el estado con el mayor índice de periodistas asesinados y desaparecidos), y los estados fronterizos de Nuevo León y Coahuila.
Los familiares que la FJEDD acompañó en la visita de la CIDH
Sus rostros estaban llenos de nerviosismo, las manos temblorosas y frías se saludaron, algunas de ellas por primera vez; pero no se sentía lejano, había algo que compartían más allá de lo aparente. “No conozco tu desesperación, la siento”, ” no conozco tu dolor, lo duelo”, “sí, también escucho el interminable silencio, cuando la urgencia es que nos digan en dónde están nuestras hijas y nuestros hijos, mi papá, tu esposo…”. En un apretón de manos, se dijeron lo que no se necesita pronunciar con palabras. Se abrazaron el alma.
Faltaban 24 horas para sentarse frente a frente con los altos comisionados. Era demasiado ¿Cómo cargar con tanto?; ¿cómo representar a cientos?; ¿cómo saber cuál palabra es la correcta para convencer?; ¿cómo hacerse visible ante una Comisión internacional? cuando hay tanto dolor.
A la reunión preparatoria llegaron familias representantes del Comité de familiares de Migrantes del Centro Honduras (COFAMICENH); del Comité de Familiares Desaparecidos del Progreso, también de Honduras (COFAMIPRO); del Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos y fallecidos de El Salavador (COFAMIDE); del Comité de Familiares Guatemaltecos Desaparecidos en México, y familiares víctimas de Iguala, Guerrero.
El proceso dio inicio con la separación por mesa temática, de acuerdo a los casos que expondría cada quién: 1) Desapariciones en México, 2) Ejecuciones extrajudiciales, homicidios, tortura y condiciones de detención, 3) Situación de mujeres, niños, niñas y adolescentes, personas LGBTI y pueblos indígenas afectados por la violencia y programas de protección diferenciados, 4) Situación de personas migrantes, tráfico de personas y reclutamientos involuntarios, 5)Administración de justicia, implementación del sistema de justicia criminal y acceso a al justicia de víctimas de violaciones a los derechos humanos.
El empoderamiento surge a partir de conocer y reconocer sus derechos, de saber con qué herramientas hacerlos valer, de llevar sus exigencias hasta las últimas instancias. De tomar su dolor y hacerlo nuestro.
Comenzaron como extrañas que tienen un objetivo en común. Al final, se llamaron hermanas. De lucha y sangre.
Una de las mujeres participantes perdió a cuatro de sus familiares en un sólo día, en un retén policíaco en Iguala. Al momento de preparar su discurso, se expresó entre lágrimas y rabia: “Yo no entiendo porqué me pasó esto. ¿Por qué a mi?”.
Al día siguiente, habló de forma tan contundente, que en el comunicado: “Observaciones Preliminares de la Visita in Loco de la CIDH a México” que fue emitido por la Comisión el 2 de octubre (último día de la visita), citaron lo siguiente:
“En los casos donde sí hay denuncia, la respuesta de las autoridades presenta graves deficiencias. La CIDH recibió cientos de testimonios de personas que indican que no se activa con la inmediatez necesaria un mecanismo de búsqueda. Una mujer relató a la CIDH las dificultades que enfrentó para que le aceptaran la denuncia de la desaparición de su hijo, su esposo y otros dos familiares, quienes desaparecieron en Iguala en agosto de 2014. “Fueron desaparecidos por policías municipales, y fueron encontrados el 4 de octubre en seis fosas en Cerro Viejo. Tuvimos muchas dificultades para que nos aceptaran la denuncia el 14 de agosto de 2014. No se les buscó y no se les buscó”, dijo. “Nos preguntamos por qué nuestro gobierno sigue permitiendo tantas desapariciones y muertes”.
No sólo ella dio un giro total del momento de preparación, al momento de tener el micrófono en mano y una sala llena dispuesta a escucharla.
Cada una de las mujeres pasó por un proceso distinto, sentían que tantos datos, que tanta cosa que necesitan decir, no les cabía en un mensaje condensado en dos minutos.
Los sentimientos afloraron. Una de las madres provenientes de Honduras venía a hablar en público por primera vez. El reto era aún mayor. Desde hace cuatro años, no ve el rostro de su hijo. Esa fuerza la impulsó para llegar hasta aquí.
Ensayo, error. Ensayo, error. Hasta que la hondureña consiguió las palabras más precisas, para explicar su dolor, representando al de tantos.
Llegaron con una cara y se fueron con otra, dejaron una parte de ellas y de quienes representan. Para reclamar a las autoridades, para que el mundo conozca sus exigencias: de justicia; de reparación de daños; del derecho a tener una vida digna; de que el Gobierno implemente el Mecanismo Trasnacional de Acceso a la Justicia para migrantes; de tener una base de datos de migrantes desaparecidos y asesinados en México (que las autoridades a la fecha no poseen); de hacer búsquedas en vida; de que las autoridades cumplan con sus responsabilidades y obligaciones, especialmente la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), la Procuraduría General de la República (PGR), el Instituto Nacional de Migración (INM), la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y las Cancillerías de los países, entre otras.
Llegaron seis familias a la Fundación, se fue una sola.